Y cabe preguntarse… ¿Estamos tan seguros?
En veinte años, trascurre gran parte de nuestras vidas. En veinte años se crece, se madura, se “crían” hijos, se consuman proyectos, se cumplen sueños. En veinte años se vive. Cada uno elige su manera de transitar durante tantos años; cada uno crea, en el tiempo, su mundo.
Hay gente, admirable, que dedica su vida y su tiempo a educar a las personas, a compartir sus saberes, a crear futuro. Martha Martinat eligió dedicar veintiochos años a la educación de nuestros jóvenes, giró su vida hacia el prójimo y aportó su esfuerzo continuo para nuestra institución.
Martha, la “profe”de matemáticas, el 31 de marzo pasado después de tantos años de dedicación y lucha, recibió su merecida jubilación. Y su escuela, nuestra escuela, la despidió con toda emotividad en un acto sorpresa que llevó a las lágrimas a más de uno.
Veintiocho años de servicio, de recuerdos, de adolescentes ya adultos, de sueños. Tanto tiempo compartido se agradeció en un aplauso constante, en los abrazos de sus colegas, en la memoria de los alumnos.

Martha dejó recuerdos imborrables y se llevó algunos para seguir su camino. A pesar del paso del tiempo esas cosas no se borran, perduran y vuelven cuando se las necesita y nos dan fuerzas para seguir apostando. Cosas que no se pueden olvidar por más que transcurran los años. Es eso, o será que realmente veinte años no es nada…